Con estilo propio y en un ambiente tradicionalmente dominado por sus colegas varones, las raperas se abren paso en América Latina.
Por DW
Ellas son raperas latinoamericanas. Están en pleno ascenso. Y llegaron para quedarse.
Sus letras tienen ritmo pegadizo, invitan a moverse al compás, pero, sobre todo, hablan sin eufemismos.
«Los políticos mentirnos por la tele intentan, pero no contaban con que la gente estaba despierta… No bajaremos la olla hasta que suba el presupuesto del pueblo en salud y educación», canta la rapera chilena Zita Zoe en su tema «Esto sí que prendió».
«Acá todavía cantamos, reímos, soñamos, bailamos, marchamos, seguimo´ el reclamo, no nos achicamos ni dos miligramo´, ganamos, perdemos, pero siempre estamos», entona, por su parte, la argentina Chocolate Remix en su canción «La Fiesta», a la que define como una «reivindicación de la lucha en las calles».
«El rap es una forma de expresión que permite decir cosas con gracia y ritmo, y que está muy vinculada a lo que pasa en la calle: habla desde allí y no desde un pedestal», define la música argentina en diálogo con DW. «Y eso me encanta», subraya.
«Mis canciones hablan de distintas temáticas, pero desde una óptica transfeminista y disidente», puntualiza la artista sobre el enfoque de su trabajo.
¿Quién es?, ¿qué es?, ¿es varón?, ¿es mujer?, ¿qué es lo que es?, ¿y ahora qué?, ¿cómo se si me gusta?», refiere irónica al respecto en su tema «Ey, maricón», en su álbum Minga, de próxima aparición.
«En mis canciones hablo de todo lo que me atraviesa», indica, por su parte, la rapera mexicana Audry Funk. «Soy una mujer del sur global, migrante, gorda y bisexual», comparte. «Sé que mi experiencia no es única y puede converger en medio de muchas otras», sostiene.
«En el rap sentí que encajaba, que podía seguir siendo la mujer que era, pero vistiéndome como quería y haciendo lo que quería», comparte, en el mismo sentido, su colega Zita Zoe, a la que «desde pequeña» le gustaban «cosas como jugar a la pelota, consideradas en ese tiempo muy masculinas», según cuenta en diálogo con este medio desde Santiago de Chile.
«Hay un millón de cosas que me gustaría que fueran diferentes, como el racismo, el abuso de poder, el patriarcado. Y de esto hablo en mis canciones, que son la única herramienta que tengo», indica, asimismo, sobre su tarea. «Tomar postura es clave si quieres que las cosas sean distintas», refuerza.
Así las cosas, llegar hasta donde llegaron, y seguir haciendo lo que les gusta y lo que saben, no les ha sido precisamente sencillo.
«Me subestimaron muchas veces, incluso me desafiaron y apostaron a que no duraría mucho tiempo en el rubro», confía la música chilena. «Y aquí sigo activa, con una trayectoria de 15 años», contrapone orgullosa.
«Las mujeres no rapean, hazme los coros», ha tenido que escuchar más de una vez -no sin desagrado-, Audry Funk. «No es fácil en general enfrentarse a un mundo de hombres, y el rap no es la excepción», analiza la música nacida en Puebla.
Una carrera de obstáculos
«Hay senderos muy marcados para las mujeres», indica al respecto la también reguetonera Chocolate Remix. «Si no encajas con ciertos parámetros, que se relacionan con una imagen femenina más tradicional, que cumple con los cánones de belleza convencionales, y que aborda temas y estilos de cierta manera, resulta claramente más difícil alcanzar un lugar destacado en la industria», explica.
A pesar de todo, las músicas latinoamericanas del género son cada vez más, se hacen notar y logran reconocimiento.
«Hacemos un montón con muy pocos recursos», indica como denominador común la música nacida en la norteña provincia argentina de Tucumán. «Somos grandísimas luchadoras», asegura.
«Surgimos por nuestros propios medios, guerreando para obtener un espacio en la escena», destaca Zita Zoe, desde el otro lado de la cordillera sudamericana. «Y creo que, a diferencia de lo que sucede en otras partes del mundo, aquí estamos porque tenemos algo que decir, no por la industria», evalúa.
«Creo que todas venimos de realidades muy similares en nuestros países y, sobre todo, de conflictos muy complejos, que aprendimos a usar para transformarlos en arte», reflexiona, asimismo, la música mexicana.
«Que nos den la oportunidad de entrar a sus oídos, que no se van a decepcionar», concluye Audry Funk en nombre de todas.