Por: Dr. Raúl Batres Médico hondureño raulgerardobatres@yahoo.com
La humanidad vive los momentos más difíciles de los últimos dos siglos, un virus surgido en China se ha diseminado por todos los países del planeta, causando hasta la fecha el contagio de más de 40 millones de personas alrededor del mundo y la muerte a más de 1.1 millones.
Las más fuertes economías en los cinco continentes se han visto sometidas y sin reacción ante el alto nivel de contagio y letalidad del coronavirus, agente causal del Covid-19. Pero llama poderosamente la atención que un país de 23.5 millones de habitantes situado en la Isla de Formosa, a escasos kilómetros de China, haya sido capaz de aplicar medidas sabias en beneficio de sus ciudadanos y tenga controlada la crisis sanitaria que abate a la humanidad.
Taiwán lo hizo, limitando hasta hoy los contagios a 540 casos y las defunciones a solo siete de sus ciudadanos; en contraste con la triste realidad del resto del mundo. ¿Por qué lo logró Taiwán? La respuesta a esa pregunta debe ser cuidadosamente escudriñada por sanitaristas de todo el planeta. Taiwán tomó grandes y sabias decisiones preventivas en forma oportuna y fundamentó sus medidas en cuatro estrategias básicas:
1. Creó el 20 de enero, el Centro de Operaciones del Gobierno Central para Epidemias, liderado por el Ministro de Salud, trabajando con transparencia y profesionalismo, informando a diario a su población mediante conferencias de prensa las acciones preventivas a tomar y el estado de los casos positivos detectados.
2. Efectivo Control Fronterizo, con detección epidémica estricta, más supervisión y apoyo a las personas que se encontraban en aislamiento o cuarentena domiciliaria.
3. Correcto Abastecimiento de Suministros, que aumentó la producción de insumos y permitió al personal de Salud disponer de equipos de protección personal óptimos, así como a la población tener mascarillas certificadas.
4. Medidas Comunitarias de Prevención Epidémica de carácter obligatorio, afectando en la menor medida posible el desarrollo económico.
Además, basó su éxito en el uso de la tecnología digital para la prevención epidémica, utilizaron la base de datos del Seguro Nacional de Salud, accediendo al historial médico de sus casos sospechosos.
Todo fue parte de un éxito epidemiológico tangible, que ha permitido a los taiwaneses extender su brazo solidario a sus aliados diplomáticos por el mundo, Honduras no es la excepción de este alcance humanitario, gesto que se agradece con el corazón.
En contraste al éxito taiwanés, la Organización Mundial de la Salud (OMS), ente que guía los pasos de las naciones en contingencias como la que nos ocupa, más bien ha entrado en una serie de contradicciones y desaciertos que han generado confusión y lejos de contribuir contra la pandemia, ha evidenciado que para el cumplimiento de sus nobles propósitos requiere el concurso de todas las naciones, sin excepciones ni segregaciones de ninguna naturaleza, menos de índole política, ya que es la salud y el futuro de la humanidad la que está o debería estar en sus manos.
Me surgen estas interrogantes, ¿Por qué Taiwán no forma parte de la OMS? o más grave aún, ¿Por qué Taiwán ni siquiera es un invitado permanente a la Asamblea Mundial de la Salud (AMS)? ¿No creen los tomadores de decisiones a ese nivel que en materia preventiva contra el COVID 19, el ¨Modelo de Taiwán¨ pudo salvar la vida de muchos seres humanos en el planeta? La lógica, el sentido común, la solidaridad humana y el espíritu natural me dicen que sí. Pero la realidad es otra, la participación de Taiwán en la OMS sigue severamente limitada.