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Tratados de libre comercio: aprender de los errores

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Las negociaciones sobre un tratado de libre comercio entre la UE y Australia han fracasado por el momento.

Por DW

La Unión Europea (UE) y Australia negocian desde 2018 sobre un tratado que facilitaría y ampliaría el comercio entre ambas partes. Pero la ruptura momentánea de las conversaciones, a fines de octubre, sorprendió a la UE. Un funcionario del bloque se refirió a un “estado de shock”, en el diario Handelsblatt.

Los europeos tenían grandes esperanzas en un acuerdo con Australia. En un mundo cada vez más marcado por conflictos, aislamiento y proteccionismo, los tratados de libre comercio son una señal de que todo puede hacerse de otro modo.

Pero, además, los objetivos del tratado son muy concretos: la UE está interesada en las materias primas que posee Australia. Por ejemplo, en las tierras raras, para reducir la dependencia de China, y también en el hidrógeno verde, como recurso energético. Además, la industria automotriz europea espera vender más automóviles en Australia.

Australia, por su parte, quiere de la UE “sobre todo el acceso al mercado para sus productos agrícolas”, dice a DW Evgueny Postnikov, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad de Melbourne. El trigo y la carne vacuna son los productos agropecuarios más importantes del país.

Después de China y Japón, la UE es el tercer mayor socio comercial de Australia. Para la UE, sin embargo, Australia juega un papel menor, y ocupa el puesto número 18 en la lista de sus socios comerciales. El comercio conjunto tuvo, según cifras recientes, un volumen de cerca de 56.000 millones de euros en bienes, y de 26.000 millones de euros en servicios, con un excedente comercial de la UE en ambos casos.

La manzana de la discordia de la agricultura
Las negociaciones fracasaron, sobre todo, debido a la agricultura. La UE habría ofrecido finalmente el acceso de productos australianos por un valor de 600 millones de euros anuales. Demasiado poco, según Australia. Una postura con la que coincide Holger Görg, experto en comercio exterior en el Instituto para la Economía Mundial (IfW), de Kiel.

Otro punto en la disputa fueron las denominaciones de origen para productos como el jamón de Parma, el queso feta, el champán o el prosecco. “Estos nombres están protegidos en la UE”, afirma Görg. “En Australia eso se trata de forma más laxa; existen alternativas australianas con nombres similares para muchos productos de la UE”. Australia no ha aceptado las propuestas que hizo la UE para brindar mayor protección a dichos nombres.

Al contrario de los agricultores de la UE, que reciben altas sumas en subvenciones, los granjeros y ganaderos de Australia reciben una ayuda estatal mínima, y a veces, ninguna. Pero son considerados competitivos a nivel internacional, y venden sus productos también en grandes mercados, como el de China. “Un tratado con la UE sería para ellos una ganancia, pero no de importancia vital”, explicó Postnikov a DW. “Es decir, que Australia está en buena posición para negociar”.

Una mala señal para el libre comercio
El sector agrícola tiene gran influencia en la política, tanto en la UE como en Australia. “Los grupos de presión, tanto en Australia como en la UE, son poderosos y no quieren aceptar ese arreglo”, dice Markus Wagner, profesor de Derecho y experto en Derecho Comercial de la Universidad de Wollongong, al sur de Sídney, en entrevista con DW. A eso se suma la táctica electoral en Canberra y Bruselas, añade.

Si bien la UE logró este año un acuerdo sobre libre comercio con Nueva Zelanda, el fracaso de las negociaciones con Australia es un retroceso y “una señal para el mundo de que probablemente ya se haya llegado al tope en la liberalización del comercio”, señala Postnikov. Otros países, justamente en el sur global, siguen con atención este desarrollo. Pero “es poco probable que las negociaciones se retomen antes de 2025”, según dijo el ministro australiano de Agricultura, Murray Watt. Hasta entonces se extiende el período legislativo del gobierno laborista.

Tratado con el Mercosur: “Reconsiderar las prioridades”
En cuanto al planeado tratado de libre comercio entre la UE y el Mercosur, que se está negociando desde hace décadas, y que se espera concretar a finales de este año, la agricultura y la seguridad alimentaria juegan un rol importante, como en todas las economías del mundo, dice Holger Görg. “Pero en la situación actual, cuando se está repensando el comercio para evitar dependencias, especialmente en cuanto a las materias primas, se deberían reconsiderar las prioridades en los acuerdos comerciales”.

En la UE, el sector agrícola solo representa entre el uno y el dos por ciento del rendimiento económico. “Hay que considerar si este sector puede abrirse más para permitir ventajas en otros sectores, especialmente en lo que respecta a las importaciones de materias primas”.

Markus Wagner, de la Universidad de Wollongong, piensa de igual manera: “La presión de las asociaciones agrícolas también será muy alta con respecto al Mercosur”. Dada la difícil situación geopolítica mundial, hay que ver si la UE es capaz de “ver más allá de los intereses puramente económicos”, plantea.

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