El ciberacoso ha sido durante mucho tiempo un problema para los deportistas en las redes sociales, pero el asunto está evolucionando hacia una realidad más siniestra.
Por DW
El golpe de dopamina que proporcionan las redes sociales es algo con lo que muchas personas en todo el mundo están familiarizadas. Menos habitual es que te envíen amenazas de muerte por tu rendimiento en el trabajo. Lamentablemente, esto se está convirtiendo en una realidad cada vez más común para los deportistas profesionales.
Después de que el equipo alemán de hockey sobre hielo Cologne Sharks perdiera recientemente por 5-4 en un partido de liga, el defensa Moritz Müller, que fue expulsado a los 70 segundos de juego debido a una fuerte falta, recibió una amenaza de muerte en su Instagram. Un usuario publicó primero un cuchillo y una gota roja de sangre antes de escribir sobre la foto de Müller con sus tres hijos: «Mataría a estos gusanos después de un partido tan terrible como el vuestro». Lamentablemente, el de Müller no es un caso aislado.
El medio scrum sudafricano Cobus Reinach, que juega rugby en Francia, recibió amenazas de muerte en las redes sociales después de que los Springboks derrotaran a Francia en un emocionante partido de cuartos de final de la Copa del Mundo el año pasado. Tras la final, el árbitro Wayne Barnes, recibió amenazas de muerte por su actuación y, la semana pasada, el jugador del Hellas Verona Thomas Henry declaró que había recibido amenazas de muerte contra él y su familia tras fallar un penalti.
Anna-Lena von Hodenberg, directora ejecutiva de HateAid, organización sin ánimo de lucro que defiende a víctimas de la incitación al odio en Internet, afirma que, en los últimos cinco años de consultas, en la organización se ha producido «un aumento absoluto de las amenazas de muerte».
El Bayern de Múnich ha lanzado recientemente una campaña sobre la incitación al odio, pero von Hodenberg cree que no es suficiente.
«Lo que vemos es que incluso los grandes equipos de fútbol y también de otros deportes, sobre todo en deportes que no son tan visibles, es que se deja solos a los individuos con esto. Nadie se ocupa de ello», explica von Hodenberg.
Para von Hodenberg hay algunas cuestiones fundamentales al respecto: la facilidad de acceso a los deportistas, la obligación contractual que tienen muchos deportistas de estar presentes en las redes sociales, las consecuencias mínimas y el control de las plataformas de las redes sociales sobre los datos.
El cambio no llegará rápido, pero von Hodenberg cree que obtener acceso a los datos de los agresores sería un gran paso en la dirección correcta, junto con un mayor debate público sobre el tema, medidas más eficaces en la aplicación de la ley, más colaboración con las plataformas y que los clubes deportivos instalen un sistema de apoyo para sus atletas.
«Los clubes deportivos, en su mayoría, hacen la vista gorda y siguen pretendiendo que se trata de un problema personal de los jugadores y no de un problema estructural. Ellos también tienen una postura y un papel que desempeñar para influir en un cambio de la cultura deportiva.»
«El espacio digital es mucho más invasivo porque los jugadores lo tienen en sus teléfonos inteligentes por la mañana, por la noche, en sus momentos privados», dice von Hodenberg. «Ya no hay a donde huir de esto. Esa es la gran diferencia con el mundo analógico, donde podías encontrar algún espacio para distanciarte del odio. Ahora no puedes. Simplemente está ahí, constantemente. Esta es la gran carga psicológica que tienen que soportar los atletas hoy en día».