Las comunidades microbianas de gran altura deben sobrevivir a una variedad de condiciones desafiantes. Con un aumento en la elevación viene un cambio correspondiente en las condiciones ambientales dependientes de la altitud, que incluyen temperaturas más frías, presiones atmosféricas más bajas, menor disponibilidad de oxígeno y menor actividad del agua.
Por Infobae
Mantener los niveles de actividad metabólica necesarios para estar activo se vuelve más complejo a medida que aumenta la elevación y, como resultado, la diversidad microbiana tiende a disminuir en consecuencia.
Las comunidades microbianas en ambientes alpinos en altitud mayores a los 7500 metros sobre el nivel del mar no han sido bien estudiadas utilizando enfoques modernos. Por esta razón, se sabe poco sobre los microorganismos que se encuentran en los sedimentos de las montañas más altas de la Tierra, cómo llegan a estas superficies y cómo sobreviven y permanecen activos en elevaciones tan extremas.
En el Everest, por ejemplo, cada año, cientos de escaladores acampan en South Col en el lado sur en preparación para su intento de llegar a la cima del mundo. Ahora un nuevo estudio vino a sanear ese desconocimiento sobre los gérmenes a grandes alturas. Publicado en la revista Artic, Antarctic and Alpine research, esta reciente investigación muestra que los escaladores también pueden estar dejando atrás algunos microbios resistentes que parecen capaces de refugiarse para sobrevivir en los afloramientos frígidos y desolados.
A pesar de las condiciones extremas del Everest, los investigadores han logrado cultivar bacterias y hongos aislados de los sedimentos de la montaña. Estos organismos, que en su mayoría están inactivos, pueden haber sido transportados por el viento o por humanos desde un terreno menos extremo a la depresión libre de nieve del South Col. Este estudio muestra el impacto de los turistas en el pico más alto del mundo y puede arrojar luz sobre los límites de la vida en la Tierra y el potencial de vida en otros mundos.
El Monte Everest es más alto que cualquier otra superficie terrestre en la Tierra, alcanzando un máximo de 8.849 metros sobre el nivel del mar. Su altitud es de las más extremas de la tierra. El South Col, donde el equipo de investigación dirigido por el ecólogo microbiano de la Universidad de Colorado Boulder (CU Boulder) Nicholas Dragone recolectó muestras de suelo, está a unos 2.409 pies sobre el nivel del mar.
Por eso, los investigadores se sorprendieron al descubrir que incluso los microbios que se han adaptado a la comodidad cálida y húmeda de nuestras narices y gargantas, como los estafilococos y los estreptococos, pueden descansar y sobrevivir en condiciones duras, frías y secas. “Incluso a esta altitud, hay un legado con una firma humana congelada en el microbioma del Everest. Si alguien incluso se sonó la nariz o tosió, los gérmenes expedidos podrían haber quedado resguardados allí” indicó el autor principal Steven Schmidt, especialista en ecología y biología evolutiva de CU Boulder.
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