Tegucigalpa – La Dra. Suyapa Sosa, jefa de neumología del Instituto Nacional Cardiopulmonar Hospital el Tórax en Honduras, ha expresado una creciente preocupación por el notable aumento en pacientes con problemas cardiorrespiratorios en días recientes, atribuible a la intensa contaminación ambiental que afecta al país.
Los grupos más vulnerables incluyen a pacientes mayores con enfermedades crónicas como enfisema, bronquitis crónica y bronquiectasia, además de aquellos con condiciones como hipertensión y diabetes.
Según la Dra. Sosa, incluso los pacientes que siguen sus tratamientos médicos de manera adecuada están sufriendo efectos adversos debido a la densa capa de humo que se cierne sobre la región.
La situación también ha impactado a los fumadores, quienes están experimentando exacerbaciones graves en su salud debido al aire tóxico.
Además, se ha observado un incremento preocupante de emergencias pediátricas con niños que llegan a los hospitales presentando síntomas respiratorios agudos, lo que está llevando a una saturación en las capacidades de atención de emergencia.
“Es alarmante ver cómo se están llenando las salas, y pronto será imposible dar referencias y traslados a otros hospitales», comentó Sosa.
Ante esta crisis, la Dra. Sosa ha hecho un llamado urgente a que la contaminación ambiental sea tratada como una emergencia nacional.
Ha instado a la colaboración de diversas entidades, incluyendo el Colegio Médico de Honduras, la empresa privada, el Cuerpo de Bomberos, meteorólogos y medios de comunicación, para combatir esta problemática que está deteriorando no solo el ambiente sino también la salud de la población hondureña.
Recientemente, la Secretaría de Gestión de Riesgos y Contingencias Nacionales (Copeco) elevó los niveles de alerta en siete de los dieciocho departamentos del país, incluyendo Francisco Morazán, Comayagua, Olancho, Yoro, Cortés, Atlántida y Colón, señalando una calidad del aire que alcanza categorías «peligrosas».
Los índices de contaminación han superado los 400 puntos en una escala de 500, niveles que representan un riesgo incluso para personas sin condiciones preexistentes, y que pueden agravar significativamente problemas en pacientes con enfermedades respiratorias preexistentes.