Lieja (Bélgica) – Casas destruidas, calles anegadas y centenares de personas evacuadas es la estampa que dejan las fuertes precipitaciones e inundaciones que asolan desde ayer la región sur de Valonia, en Bélgica, y que se han saldado con la muerte de seis personas.
Las lluvias han provocado graves perturbaciones sobre todo en las provincias belgas de Luxemburgo (sur) y Lieja (este), la cual en las últimas horas se ha puesto en código rojo de alerta, lo que ha provocado el cierre de carreteras, la interrupción del transporte ferroviario, tras registrar el descarrilamiento de un tren.
Durante la madrugada y a primera hora de la mañana, el agua en Verviers llegó a alcanzar los dos metros de altura, anegando todo lo que estuviera por debajo de ese punto; prueba de ello es la marca de humedad que ha quedado en la fachada de los edificios.
Sin agua ni luz en su domicilio, Ernst y su familia tendrán que vivir de momento en casa de su tío, explica este joven enfundado con unas altas botas de lluvia para poder caminar por las calles llenas de barro que todavía se recuperan de las fuertes e inusuales precipitaciones para un mes de julio.
En la misma acera de su casa, varios bares se disponen a lo largo de la calle; sus terrazas sirven ahora para amontonar restos de sillas que han quedado inservible por el agua.
“Ya habían perdido este año por la crisis del coronavirus y ahora lo han perdido todo. Esto es increíble”, lamenta Marcel, un vecino de la localidad en cuya casa el agua no entró al encontrarse en el segundo piso.
Pero no solo las inmediaciones del río se han visto devastadas por la rápida crecida del agua, en varias calles, el barro se ha instaurado por encima del asfalto, en algunos coches el lodo llega hasta el techo y el inmobiliario urbano ha sido arrastrado por el agua.
EL RIO MOSA AMENAZA CON DESBORDARSE
Mientras aún en las ciudades quedan las marcas de las grandes inundaciones de la pasada madrugada, los habitantes miran con temor la previsión meteorológica que aún pronostica fuertes lluvias hasta la mañana de este viernes y que amenazan con traer de vuelta la pesadilla vivida.
Es el caso de la ciudad de Lieja, donde el río Mosa amenaza con desbordarse de nuevo. Al medio día, las autoridades locales pidieron desalojar el centro e hicieron un llamamiento para que todos los visitantes abandonaran la ciudad.
En la memoria de los vecinos no hay grabada ninguna imagen igual; la última vez que el Mosa salió de su cauce fue en 1926.
La imagen que desprendería Lieja antes de decretarse la alerta, con un centro prácticamente desierto y las casas cerradas a cal y canto, ya hacía intuir que lo peor estaba por llegar.
Al medio día, varios curiosos grababan y fotografiaban las aguas de un río que avisaba que en poco desataría su furia mientras los locales preparaban las viviendas de las calles lindantes con tablones de madera en la puertas y sacos de arena para tapar las ventanas de los sótanos.
“Hemos hecho lo necesario para sellarlo todo, pero estamos a la espera”, detalla con cierto temor Salvador propietario de un taller de instrumentos.
La solidaridad se ha adueñado de esta calle en la que los vecinos han ayudado los unos a los otros a sellar cualquier agujero por el que el agua pudiese abrirse paso.
“Tuvimos que trabajar duro durante la noche para poner todo a cubierto», cuenta Salvador, «poniendo todo en altura para preservándolo”, dice este lutero.
Para la próxima madrugada se esperan de nuevo fuertes lluvias en la zona sur y este del país, que aflojaran en la mañana del viernes.