Tegucigalpa – La economía hondureña enfrenta un panorama complejo para 2025, según advierte la expresidenta del Colegio Hondureño de Economistas (CHE), Amparo Canales, quien destaca tres desafíos principales: el control de la depreciación monetaria, el impacto del aumento en la Tasa de Política Monetaria (TPM), y la gestión de la inflación en un contexto político sensible.
El incremento de 175 puntos básicos en la TPM, que la situó en 5.75% en octubre de 2024, representa una de las medidas más significativas adoptadas por el Banco Central de Honduras (BCH) en concordancia con las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Esta decisión, aunque busca fortalecer la demanda de activos en moneda local, tendrá repercusiones directas en el costo del crédito para empresas y hogares hondureños.
La aprobación y ejecución del Presupuesto General 2025 emerge como otro punto crítico. Canales advierte sobre posibles retrasos en la implementación de proyectos gubernamentales durante el primer trimestre, anticipando una aceleración compensatoria en los períodos subsiguientes.
«Es fundamental establecer mecanismos que aseguren la ejecución efectiva del presupuesto en términos de resultados», señala la economista.
En cuanto a la depreciación monetaria, la experta enfatiza la urgencia de estabilizar el tipo de cambio y evaluar objetivamente si el incremento de la TPM está cumpliendo sus objetivos previstos. Además, subraya la importancia de mantener el control sobre la inflación, especialmente considerando el contexto político actual.
El gobierno hondureño enfrenta el reto de equilibrar estos aspectos macroeconómicos mientras minimiza el impacto negativo sobre la población, en un año que se prevé determinante para la estabilidad económica del país. La clave, según los expertos, radica en priorizar criterios técnicos sobre consideraciones políticas en la toma de decisiones económicas.