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El 91% de las ciudades europeas buscan soluciones para combatir el cambio climático

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Las ciudades albergan a la mayoría de la población europea y son particularmente vulnerables a las consecuencias del cambio climático.

Por Euronews

Las ciudades europeas se enfrentan a los impactos del cambio climático de forma cada vez más regular y grave. Tras el calor, las inundaciones y las olas de calor sin precedentes del verano de 2023, la necesidad de invertir en resiliencia nunca ha estado tan clara.

Un nuevo informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) ha hecho un balance de la adaptación en los centros urbanos de Europa, analizando las medidas que están adoptando las ciudades y las que ya están funcionando.

En él se constata que casi todas las ciudades europeas utilizan soluciones basadas en la naturaleza como su herramienta preferida para mejorar la resiliencia. De los 19.000 planes de acción climática analizados, el 91% incluía opciones como mantener parques, bosques urbanos o techos verdes y facilitar la retención natural del agua.

Según el informe, no solo son «eficaces para la refrigeración y la retención de agua», sino que también brindan otros beneficios, como más espacios recreativos o una reducción de la contaminación.

Sin embargo, a pesar de la adopción de soluciones basadas en la naturaleza, la AEMA afirma que la magnitud de los impactos climáticos esperados significa que puede que aún sea necesario combinarlos con otros tipos de acciones, incluida la infraestructura física. Y se necesitan con urgencia objetivos concretos para garantizar que los centros urbanos de Europa sigan por buen camino.

«Las capitales y las grandes ciudades suelen estar a la vanguardia, ya que tienen una gran capacidad financiera y técnica para trabajar en la adaptación, e incluso pueden ser más ambiciosas que las nacionales en materia de acción climática», afirma Ine Vandecasteele, experta en adaptación urbana de la AEMA.

«Sin embargo, no son solo las grandes ciudades las que están tomando buenas iniciativas».

Señala algunas que destacan por sus esfuerzos. Gante, en Bélgica, por ejemplo, tiene una ambiciosa estrategia ecológica y ya está limitando la construcción de nuevos edificios. Incluso si se aprueban, existe el requisito de «cero emisiones netas», lo que significa que una zona igual de la ciudad debe estar sin pavimentar o volver a convertirse en espacios verdes.

Nantes, en Francia, está invirtiendo para convertirse en una de las ciudades más verdes de Europa y, al mismo tiempo, sigue intentando seguir siendo asequible para los residentes. Rethymno, una ciudad costera de Grecia, está invirtiendo en el diseño bioclimático de sus espacios públicos, utilizando tierra comprimida, adoquines permeables y pintura para reducir eficazmente la temperatura máxima del aire durante las olas de calor.

«Por otro lado, los municipios más pequeños pueden necesitar apoyo adicional a nivel regional y nacional para poder desarrollar e implementar estrategias de adaptación eficaces. En un buen ejemplo de cómo superar estas limitaciones en Piamonte (Italia), los municipios más pequeños se están uniendo para solicitar financiación».

Si bien la adaptación debe adaptarse a los impactos específicos que se sienten en cada ciudad, Vandecasteele afirma que lugares similares pueden aprender mucho unos de otros.

«Por ejemplo, para hacer frente al aumento de las olas de calor en las ciudades del sur de Europa o a la mayor variabilidad de las precipitaciones y las tormentas en el oeste y el norte de Europa. Existe una gran necesidad de establecer redes y aprender entre pares; las mejores prácticas pueden y deben compartirse».

La adaptación, afirma, también necesita el apoyo de los ciudadanos, quienes deberían participar en cada paso del proceso.

¿Por qué tienen que adaptarse las ciudades europeas?

La AEMA publicó la primera evaluación europea del riesgo climático en marzo de este año. Demuestra que las políticas y las medidas de adaptación actuales no están a la altura del rápido crecimiento de los riesgos climáticos, y que las zonas urbanas corren un riesgo especial a causa de las olas de calor y las fuertes lluvias.

Europa es el continente que se calienta más rápido, con temperaturas que aumentan aproximadamente el doble de la media mundial. Se estima que casi las tres cuartas partes de la población del continente viven en áreas urbanas y, a menudo, las ciudades pueden estar entre 10 y 15 °C más calientes que las tierras circundantes.

El informe destaca la «necesidad urgente» de adaptar las ciudades europeas al cambio climático, dado que hay más que perder debido a las consecuencias del cambio climático en el mundo y a una gran parte de la población que proteger.

Para que las medidas adoptadas a nivel local se amplíen adecuadamente, se necesitan objetivos tangibles y metas específicas para medir el progreso, añade el informe. En este momento, no hay ninguno a nivel nacional o europeo.

«Los objetivos establecidos por las ciudades pueden ser muy específicos, por ejemplo, garantizar que la mayor parte posible de la población esté cubierta por un seguro específico cuando sea necesario, que las viviendas cumplan con ciertos estándares mínimos de eficiencia energética, que el agua de lluvia no se recoja en todas las casas o que todos los ciudadanos tengan espacios verdes de acceso público a pocos pasos de donde viven», explica Vandecasteele.

«Son necesarias. Pero también lo es definir mejor cuál es el objetivo general, más allá de ‘mejorar la resiliencia’, de manera que las acciones puedan ampliarse e integrarse hacia un objetivo común más específico».

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