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El armamento estadounidense, clave de la supremacía militar de Israel en la región

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Estados Unidos es con gran diferencia el primer proveedor de armas del país, al que facilita tecnología punta.

Por El País

Para que el mensaje quedase claro, y tras semanas de conversaciones infructuosas en las que el Gobierno de Benjamín Netanyahu hacía oídos sordos con respecto a Rafah, Biden decidió paralizar la semana pasada el envío de un primer cargamento. Se trataba de 3.500 bombas: 1.800 de unos 900 kilos y otras 1.700 de 225. Biden, que ya se quejó hace unos meses de los “bombardeos indiscriminados” que a su juicio estaba llevando a cabo Israel, reconoció este miércoles en una entrevista en la CNN que “en Gaza han muerto civiles como consecuencia de esas bombas” estadounidenses.

El presidente de Estados Unidos afirmó en esa entrevista que la invasión de Rafah “es simplemente un error”. “Si entran en Rafah, no suministraré las armas”, añadió, dejando claro que el flujo que se corta es el de armamento letal. “No vamos a suministrar las bombas y proyectiles de artillería”, precisó, para añadir: “He dejado claro a Bibi [Netanyahu] y al gabinete de guerra que no van a contar con nuestro apoyo si, de hecho, atacan esos centros de población”.

El cargamento suspendido no debía llegar a Israel hasta dentro de unas semanas, así que en términos materiales no es decisivo a la hora de impedir una operación a corto plazo en Rafah. Pero sí es un aviso del principal proveedor de armas de Israel. Según un informe reciente del Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (SIPRI, por sus siglas en inglés), Estados Unidos representó el 69% de las importaciones de las principales armas convencionales de Israel entre 2019 y 2023.

Según datos del Departamento de Estado, desde su fundación en 1948, Estados Unidos ha proporcionado a Israel más de 130.000 millones de dólares en ayuda bilateral centrada en hacer frente a sus amenazas, la cooperación en materia de seguridad, la interoperabilidad mediante ejercicios conjuntos y la ayuda para que Israel mantenga la llamada “ventaja militar cualitativa”, que Washington ha asumido por ley como una obligación propia. Esa cláusula es importante. En realidad, en términos cuantitativos, según datos del SIPRI, solo en Oriente Próximo, Estados Unidos vendió más armas a Arabia Saudí, Qatar y Kuwait que a Israel entre 2019 y 2023.

La ayuda estadounidense a Israel ha contribuido a que su ejército sea uno de los más poderosos y eficaces del mundo. En la actualidad, está vigente un programa negociado la pasada década. Cerca del final de su presidencia, en septiembre de 2016, Barack Obama llegó a un acuerdo ya entonces con Netanyahu como primer ministro, por el que Estados Unidos se comprometía a destinar 38.000 millones de ayuda militar a Israel durante un periodo de 10 años. Eso comprende 3.300 millones de dólares (unos 3.060 millones de euros) anuales en armas y 500 adicionales para los sistemas israelíes de defensa antiaérea.

Israel ha usado esos fondos, entre otras cosas, para encargar 75 aviones de combate F-35, un avión indetectable por los radares y considerado el más avanzado que se ha fabricado. Dentro de ese compromiso de que el país mantenga su “ventaja militar cualitativa”, Israel fue el primer país sin contar Estados Unidos en recibir un F-35 y también fue, de hecho, el primero en utilizarlo en combate. Ya cuenta con 30 de estos aparatos y Washington ha aprobado la entrega de nuevas unidades.

En octubre pasado, cuando el Departamento de Estado hizo balance por última vez, Estados Unidos tenía 599 operaciones activas de venta de armamento a Israel valoradas en 23.800 millones de dólares, parte de las cuales necesitan aprobación del Congreso. Entre las iniciativas prioritarias estaban los F-35; helicópteros de carga pesada CH-53K; aviones cisterna de reabastecimiento aéreo KC-46A; y municiones guiadas de precisión.

Desde el ejercicio 2018 hasta 2022, Estados Unidos también autorizó la exportación permanente de más de 12.200 millones de dólares en artículos de defensa a Israel a través del proceso de ventas comerciales directas. En esas operaciones, Israel compró principalmente misiles guiados, misiles balísticos, cohetes, torpedos, bombas y minas, aeronaves, motores de turbina de gas y vehículos de lanzamiento.

Desde el ataque de Hamás de octubre pasado, el Gobierno de Biden ha ido suministrando armamento amparado en autorizaciones anteriores o en decenas de envíos que no precisaban autorización por su importe. También ha anunciado dos operaciones adicionales en que eludió la aprobación del Congreso invocando la autoridad de emergencia. En diciembre, la Casa Blanca aprobó la venta de casi 14.000 cartuchos de munición para tanques y equipamiento a Israel, por valor de 106,5 millones de dólares, y la venta de proyectiles de artillería de 155 milímetros de calibre y equipamiento relacionado por valor de 147,5 millones de dólares.

Biden matizó el miércoles que incluso si dejaba de enviar bombas, obuses y otro armamento letal, Estados Unidos seguiría suministrando armas defensivas a Israel. “Vamos a seguir asegurándonos de que Israel está seguro en términos de la Cúpula de Hierro y su capacidad para responder a los ataques que salieron de Oriente Próximo recientemente”, dijo.

En la ley aprobada el mes pasado con ayuda a Ucrania, Israel y Taiwán, el paquete israelí ya daba prioridad a las capacidades defensivas, proporcionando unos 5.200 millones de dólares para reponer los sistemas de defensa antiaérea como la Cúpula de Hierro y la Honda de David. Esos son los sistemas para interceptar cohetes, drones, misiles, aviones y proyectiles dirigidos contra su territorio. Otros 3.500 millones se destinaban a la adquisición de sistemas avanzados de armamento a través del Programa de Financiación Militar Exterior; 1.000 millones eran para mejorar la producción y el desarrollo de artillería y municiones y 4.400 millones, para reponer suministros y servicios de defensa.

El de ahora es el mayor desencuentro militar entre ambos países desde la primera guerra de Líbano, en 1982. Entonces, Ronald Reagan suspendió la entrega de bombas de racimo y otras armas. El año anterior ya había decidido retener la entrega de aviones de combate.

Estados Unidos ha sido el soporte militar clave de Israel, que asegura que puede seguir con sus planes en solitario. La Casa Blanca sostiene, quizá con la boca pequeña, que aún tiene esperanzas de que el Gobierno de Netanyahu no dé el paso. “Es una elección que Israel tiene que tomar”, dijo este jueves John Kirby, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional. “Ellos saben nuestra postura al respecto”, añadió. Y las consecuencias.

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