El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) publicó un informe que revela cómo se invisibiliza a estas mujeres en los sistemas de salud. Tienen más riesgo de fallecer al parir.
Por El País
En el continente americano, ser una mujer negra embarazada implica un mayor riesgo para la salud que ser una mujer blanca. Así lo señala un reciente informe liderado por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), en el que analizaron y compararon datos de nueve países – Brasil, Colombia, Costa Rica, Cuba, Panamá, Surinam, Trinidad y Tobago, Estados Unidos y Uruguay – para conocer las diferencias estructurales que existen a la hora de tener un hijo.
En el informe, que analiza puntualmente cinco indicadores, hay cifras alarmantes. Por ejemplo, señala que en Estados Unidos las mujeres y niñas afroamericanas no hispanas tienen tres veces más probabilidades de morir durante el embarazo o en los 42 días siguientes al parto que las mujeres blancas no hispanas. Algo, que, además, no tendría que ver con la educación o las oportunidades, sino con el racismo estructural que hay en los servicios médicos, ya que “las muertes maternas entre las afroamericanas con titulación universitaria siguen siendo 1,6 veces mayores que entre las mujeres blancas con menos de un diploma de secundaria”, anuncia el documento.
El escenario, aunque menos drástico, se repite en otros países, como Surinam y Colombia. En el primero, la tasa de mortalidad materna de niñas y mujeres afrodescendientes es 2,5 veces mayor que la de las blancas, mientras que en el segundo país es 1,6 veces mayor.
Pero el problema va más allá. En un continente como América, en donde la región de Latinoamérica y el Caribe tiene la segunda tasa de embarazados de adolescentes más alta del mundo, son las niñas y adolescentes negras las más afectadas: tienen los índices de embarazo más alto junto a las adolescentes con menor nivel educativo, especialmente en Panamá, Surinam y Trinidad y Tobago.
“Entre los factores que influyen en el embarazo y maternidad están el elevado desempleo y el bajo nivel educativo”, dice el informe. “La discriminación racial y por género a la hora de conseguir trabajo, así como el aislamiento geográfico, hacen que este problema sea más agudo entre las jóvenes afrodescendientes”.
Otro de los cinco indicadores donde hay una desproporción abismal entre lo que sucede con las niñas blancas y negras en las Américas es a la hora de darles la opción de planificar o no. “Las mujeres y niñas afrodescendientes que están casadas o unidas tienen menos probabilidades de afirmar que sus necesidades de planificación familiar son satisfechas”, advierten los expertos. Esto, claro, se relaciona con todos los otros hallazgos, ya que no tener el acceso o la opción de una planificación familiar estructurada puede llevar a que se den partos no deseados o abortos inseguros y, por ende, también mortalidad materna.
“El azote del racismo continúa para las mujeres y niñas negras de las Américas, muchas de las cuales descienden de las víctimas de la esclavitud”, afirmó la doctora Natali Kanem, directora Ejecutiva del UNFPA. “Con demasiada frecuencia, las mujeres y niñas afrodescendientes sufren abusos y malos tratos, sus necesidades no se toman en serio y sus familias quedan destrozadas por la muerte evitable de un ser querido durante el parto. La justicia y la igualdad sólo serán posibles cuando nuestros sistemas sanitarios vean a estas mujeres y les proporcionen una atención respetuosa y compasiva.”
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