La vida artística sigue siendo vibrante en medio de la guerra en Ucrania, donde cientos de artistas buscan expresar el impacto global de la agresión rusa en la vida de los ucranianos en la Jam Factory de Leópolis, un gran centro de arte inaugurado recientemente a pesar del riesgo de ataques.
Un dragón de tres cabezas escupiendo fuego sobre un bloque residencial de Jersón es un reflejo de la experiencia de Yulia Danilevska, que pasó casi nueve meses en la ciudad ocupada por Rusia en 2022.
Fue la pintura sobre baldosas de cerámica la que le ayudó a sobrevivir el constante peligro y aislamiento. Sus obras, que combinan con humor e imaginación las dolorosas realidades de la guerra, se presentan ahora bajo el título “Mi ocupación” en la Jam Factory de Leópolis.
Allí, 60 artistas ucranianos buscan transmitir el impacto de la pérdida del hogar, de sus seres queridos y de toda su realidad ante la invasión a través de pinturas, instalaciones y otro tipo de artes visuales, dentro de la exposición “Nuestros años, nuestras palabras, nuestras pérdidas, nuestras búsquedas, nuestros nosotros”.
Varias docenas de fragmentos de vidrio forman la impactante instalación “Fragmento de realidad”. Su autor, Serguí Petliuk, lo dedica al filósofo Yevguen Gulévich, un amigo cercano que fue asesinado cerca de Bajmut, en la región oriental de Donetsk.
“Puedes verte en ellos, igual de golpeado, deformado y fragmentado. ¿Podremos reconstruir este rompecabezas roto, nuestra realidad perdida?”, escribe Petliuk en la descripción de la obra.
En desafío a la guerra
Gran parte de la exposición se encuentra en la parte subterránea del edificio, que también sirve como refugio antiaéreo, lo que recuerda la fragilidad de la iniciativa.
El Centro de Arte Jam Factory, que lleva el nombre de la fábrica del mismo nombre y que solía operar en un edificio del siglo XIX ahora restaurado, se inauguró en noviembre, en medio de temores por los continuos ataques rusos contra zonas residenciales ucranianas.
La reconstrucción duró ocho años y sólo se detuvo tres semanas después de que Rusia invadiera Ucrania en febrero de 2022, explica a EFE su inversor, el historiador suizo Harald Binder.
“Entonces no estaba claro cómo se desarrollarían los acontecimientos y si el Estado ucraniano sobreviviría”, recuerda. A Binder le parecía obvio que una institución “que se basa en la libertad de expresión artística y en vínculos culturales con Occidente” no podría funcionar adecuadamente bajo una dictadura rusa.
Hacer una realidad el proyecto se convirtió en “un gesto deliberado de su fe en el futuro del país y una contribución al espíritu de resiliencia” de los ucranianos, dice Binder.
Una presencia cultural innovadora es la mejor manera de ganarse el respeto y contrarrestar la despectiva narrativa rusa de Ucrania como un país sin una identidad propia, según él.
Diplomacia cultural y apoyo en casa
La invasión rusa convirtió a la mayoría de los artistas y profesionales del arte ucranianos en diplomáticos culturales, explica a EFE la directora ejecutiva Bozhena Pelenska.
Tuvieron que compartir su dolor, pérdidas y tragedias, mientras trabajaban como artistas invitados por diferentes países europeos.
Un gran número de artistas también se trasladaron a Leópolis al comienzo de la invasión, señala. Desde entonces, varios han regresado a sus ciudades de origen o se han mudado a otros países. Pero muchos se quedaron, especialmente aquellos que ya no tienen casa o cuyos hogares están en las zonas ocupadas o en primera línea.
Hay pocas oportunidades de trabajar profesionalmente en Ucrania para ellos y la esfera artística no es una prioridad entre otros ámbitos urgentes en tiempos de guerra, según Pelenska.
El centro de arte busca brindar tales posibilidades a artistas que trabajan en diversas áreas del arte contemporáneo para convertirse en “un punto de conexión” y en “un lugar de reflexión y refugio”.
“Es fundamental no detener nuestras vidas, sino trabajar y apoyar al arte y a los artistas en estas condiciones absolutamente desfavorables”, subraya Pelenska.