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Exfuncionarios de Trump, entre los opositores más reacios a que regrese a la Casa Blanca

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El exsecretario de Defensa Mark Esper lo calificó de “amenaza a la democracia”. John Bolton, exasesor de seguridad nacional, declaró que “no es apto para ser presidente”. Y el exvicepresidente Mike Pence se negó a respaldarlo tras citar “diferencias profundas”.

Mientras Donald Trump busca la presidencia por tercera vez, se enfrenta enérgicamente a la oposición de un contingente de reacios exfuncionarios que advierten estridentemente sobre su regreso al poder y ofrecen predicciones nefastas para el país y el Estado de derecho si su campaña tiene éxito.

Es un coro de detractores que sorprende —uno sin precedentes en la era moderna—, conformado por quienes presenciaron de primera mano su conducta en el cargo y la agitación subsiguiente.

Sarah Matthews, una exasistente de Trump que testificó ante la comisión de la Cámara de Representantes que investiga el ataque al Capitolio del 6 de enero de 2021, y quien se encuentra entre quienes advierten sobre la amenaza que él representa, dijo que es “alucinante” cuántos miembros de su personal de más alto nivel lo han denunciado.

“Estas son personas que lo vieron de cerca y directamente y vieron su estilo de liderazgo”, señaló Matthews. “El pueblo estadounidense debería escuchar lo que dice esta gente, porque debería ser alarmante que las personas que Trump contrató para trabajar para él durante un primer mandato digan que no es apto para un segundo mandato”.

No obstante, los críticos son aún una clara minoría. Legisladores y funcionarios republicanos de todo el partido han respaldado la candidatura de Trump —algunos a regañadientes, otros con fervor y entusiasmo. Muchos asesores y funcionarios del gabinete que sirvieron durante el gobierno de Trump están comprometidos con otro mandato, algo que la campaña de Trump se apresura a resaltar.

“La mayoría de las personas que sirvieron en el gabinete del presidente Trump y en su gobierno, como la mayoría de los estadounidenses, han respaldado abrumadoramente su candidatura para vencer al corrupto Joe Biden y recuperar la Casa Blanca”, declaró Steven Cheung, portavoz de la campaña de Trump.

Aún así, la campaña de Biden ha pregonado las críticas de los exfuncionarios de Trump en declaraciones y publicaciones en las redes sociales, con la esperanza de convencer al menos a algunos votantes republicanos —incluidos aquellos que respaldaron a otros candidatos durante las primarias republicanas— de que no deben apoyar su candidatura.

“Aquellos que trabajaron con Donald Trump en los niveles más altos de su gobierno creen que es demasiado peligroso, demasiado egoísta y demasiado extremista para liderar a nuestro país otra vez —nosotros estamos de acuerdo”, afirmó Ammar Moussa, portavoz de la campaña de Biden.

En muchos sentidos, el cisma entre algunos exfuncionarios de Trump es una extensión de su periodo en la Casa Blanca. La fricción era constante a medida que las demandas de Trump encontraron resistencia por parte de algunos funcionarios y asistentes que rechazaron solicitudes que consideraron equivocadas, poco realistas y, en ocasiones, rotundamente ilegales. Los despidos fueron frecuentes. Muchos renunciaron.

La agitación del personal fue particularmente intensa en las caóticas semanas posteriores a las elecciones de 2020, cuando Trump trabajaba para anular su derrota electoral ante Biden. Trump convocó a sus partidarios a Washington el 6 de enero de 2021, cuando sus falsedades sobre una elección robada se convirtieron en el grito de guerra de quienes lo apoyaban y que irrumpieron violentamente en el Capitolio de Estados Unidos. Muchas personas que trabajaban en el gobierno renunciaron en protesta, incluida Matthews.

El intento de Trump por permanecer en el cargo incluyó una enconada campaña de presión contra Pence, quien como vicepresidente tenía la tarea de presidir el recuento de los votos del Colegio Electoral el 6 de enero. Trump insistió en que Pence debería impedir que Biden se convirtiera en presidente, sin tener el poder para hacerlo.

Pence tuvo que huir de la sala del Senado el 6 de enero cuando los alborotadores irrumpieron en el edificio con gritos de “¡cuelguen a Mike Pence!”.

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