Tegucigalpa – En la homilía dominical, Monseñor José Vicente Nácher compartió profundas reflexiones sobre la importancia de ser tierra fértil donde la semilla de Cristo dé frutos. El arzobispo de Tegucigalpa destacó cómo el encuentro entre la semilla de la verdad y la tierra fértil de la libertad puede dar frutos de eternidad.
El religioso hizo un llamado a dejarse inundar por la lluvia de Cristo, es decir, por su Espíritu, y a evitar los tres riesgos que Jesús expone en la parábola del sembrador: la falta de atención, la superficialidad y el apego a las riquezas.
Estos riesgos, según Monseñor Nácher, pueden paralizarnos y hacernos creer que no hay salvación, pero instó a recordar que los sufrimientos presentes no se comparan con la gloria futura.
Para el arzobispo, la Palabra de Dios es el núcleo de la semilla del Reino y el agua nutritiva que la acompaña en su crecimiento.
Es la semilla de vida enviada por la libertad del Padre, que espera ser acogida por la libertad de sus hijos. Exhortó a los fieles a abrir sus corazones para que la Palabra de Dios los prepare y abone, y así dar frutos de amor.
En este sentido, Monseñor Nácher destacó que Cristo es quien dispone nuestros corazones y quien riega con su enseñanza y sacramentos para que podamos dar frutos de amor en nuestras vidas.
Invitó a todos a acoger la semilla de Cristo con humildad y gratitud, permitiendo que crezca y dé frutos en nuestra existencia.
La reflexión del arzobispo de Tegucigalpa resalta la importancia de cultivar la fe y la esperanza, permitiendo que la semilla de Cristo encuentre un terreno fértil en nuestros corazones y así dar testimonio de su amor en nuestro entorno.
Concluyó instando a la comunidad a ser tierra abonada para la Palabra de Dios y a dejar que su Espíritu nos inunde, de manera que podamos ser testigos vivos de su mensaje en el mundo.