Por: José Eliécer Palomino Rojas.
Una sonrisa en su rostro…
me habla de mejores momentos…,
mientras su timbre de voz sonoro, y claro,
detiene el medido tiempo…
que ella elige, y que yo elijo con la razón, el oportuno momento de decir:
Que ella es para mí, lo que sus dibujos es alegría, armonía y cajita de sorpresas.
Que sus palabras firmes, claras, bellas o duras, llegan como dardos de cactus que se adentran, por los tejidos del corazón humano, y por las neuronas del cerebro…,
como creadoras de selectiva amistad y de sorpresas…,
acompañadas de agendas de colibrí de colores…,
que no se borran ni se pierde, ni con el número de creencias, ni con las inclemencias del tiempo…,
por quedar guardadas en las neuronas del cerebro…,
o bajo la chapa cerrada del baúl de los recuerdos.
Que la forma de decir las palabras, revela en ella la realidad de las cosas, las creencias y la energía del universo…,
que produce en algunos ambigüedad e incomprensión en determinados momentos.
Que sus pinturas de maestra de arte, es como una moto escoltada, por la mezcla de sus ideas, y la energía del universo…
que llegan a plasmar figuras, a lugares plagados de obstáculos difíciles de comprender, para luego llegar a nuevos lugares deseados, con el pasar del tiempo.
En todo caso trato de presentar la distinción de sus pinturas, sus sorpresas y sus palabras…,
como lo real de la vía…, del ser de la amiga, maestra y artista…
Marta Raquel Medina Morales.
