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Portugal se encamina hacia las elecciones anticipadas tras la dimisión de António Costa

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El presidente Marcelo Rebelo de Sousa recibe hoy a los líderes de los partidos, que defienden el fin de la legislatura y la convocatoria de comicios.

Por El País

El presidente de la República portuguesa, Marcelo Rebelo de Sousa, salió la noche del martes de su residencia oficial del Palacio de Belém para dar un paseo por los alrededores acompañado de algunos colaboradores y seguido por cámaras. Ningún periodista logró arrancarle una palabra sobre el futuro. La habitual locuacidad del jefe del Estado se ha convertido en un rotundo mutismo público, que solo romperá el jueves, tras escuchar a su Consejo de Estado.

Los portugueses sabrán entonces si volverán a votar, dos años después de las elecciones legislativas que le dieron la mayoría absoluta al Partido Socialista, o si se abre la puerta a un sustituto de António Costa tras su dimisión. Si las caminatas nocturnas son una pista, conviene recordar que la última vez que hubo una crisis política, en noviembre de 2020, Marcelo Rebelo de Sousa también salió de noche del Palacio de Belém, paseó hasta un cajero para pagar unas facturas y convocó elecciones anticipadas pocos días después.

Las consultas del jefe del Estado han comenzado este miércoles con los portavoces de las minorías de la Asamblea de la República y se prolongarán toda la jornada. En poco más de ocho horas, Marcelo recibirá a los representantes de las ocho fuerzas parlamentarias. Casi todos defienden la convocatoria de elecciones anticipadas, aunque la oportunidad política no convenga a todos por igual. El Partido Comunista Portugués es el más reticente a unos nuevos comicios, mientras que todas las fuerzas de la derecha, que podrían resultar más beneficiadas con esta crisis, consideran que son la única salida posible.

Al presidente de la República le preocupa el impacto que tendría la disolución del Parlamento en decisiones estratégicas para el país como la privatización de la aerolínea TAP, prevista para los próximos meses, la decisión sobre la localización del nuevo aeropuerto de Lisboa o la solución del caos que vive la sanidad pública. Aunque el escenario electoral sea por el que también apuesta la prensa portuguesa, Rebelo de Sousa tiene la potestad de retrasar la disolución de la Cámara para permitir que, al menos, puedan ser aprobados los Presupuestos Generales del Estado de 2024 el próximo 29 de noviembre.

La dimisión de António Costa, en respuesta al anuncio de una investigación del Tribunal Supremo sobre su papel en negocios energéticos donde la Fiscalía aprecia tráfico de influencias, corrupción y prevaricación de personas de su círculo íntimo, ha sido un inesperado regalo político para el presidente del Partido Social Demócrata (PSD, centroderecha), Luís Montenegro, cuyo liderazgo no había logrado cohesionar a su formación.

La debilidad de Montenegro tenía un examen a la vuelta de la esquina. Si los resultados de las elecciones europeas eran demasiado adversos, los críticos podrían plantear una batalla interna para sustituirle por el alcalde de Lisboa, Carlos Moedas, o incluso el ex primer ministro Pedro Passos Coelho, tan añorado por el partido como rechazado por la población que más sufrió los días de la troika. Consciente de que ahora tiene una oportunidad de oro para acabar con el ciclo de gobernanza de la izquierda, que dura ocho años, Montenegro sacó el martes por la noche su perfil más institucional para reclamar elecciones y proclamar que su partido está preparado. “Estaremos a la altura de la exigencia del momento”, dijo poco antes de que comenzasen los telediarios de la noche.

Su talón de Aquiles será su relación con la extrema derecha de Chega, que se ha convertido en tercera fuerza parlamentaria en apenas dos legislaturas, si los votos de los radicales fuesen necesarios para gobernar. Montenegro ha afirmado que no tendría “ni políticas ni políticos racistas” en un Gobierno, pero su partido llegó al gobierno autonómico en Azores gracias a los votos de la ultraderecha. Estas contradicciones penalizaron en las elecciones de 2022 al candidato del PSD, Rui Rio, y fueron una de las motivaciones que ayudaron a que António Costa alcanzase una histórica mayoría absoluta.

El Partido Socialista, por el contrario, empezaría una nueva carrera electoral como la fuerza más fragilizada de las dos con opciones de gobernar. António Costa, que lo ha sido todo en la política portuguesa en los últimas dos décadas (diputado, alcalde de Lisboa y ministro en tres ocasiones), era su principal activo político tanto en Portugal como en Europa. Su salida precipitada fuerza al socialismo luso a resolver el liderazgo sobre la marcha.

Nadie oficialmente había dado el paso de presentarse como candidato a la sucesión de Costa, pero nadie duda de que el principal aspirante será el ex ministro de Infraestructuras Pedro Nuno Santos, que fue el gran muñidor de la geringonça [alianza parlamentaria de la izquierda que permitió la llegada al poder de Costa con una moción de censura en 2015] y que tendría facilidades para negociar futuros acuerdos en un posible gobierno socialista sin mayoría. Su sintonía con el alma izquierda del PS es lo que menos gusta en el sector centrista del partido, que podrían buscar una alternativa moderada. Dar tiempo al Partido Socialista para que pueda preparar un candidato será otro de los elementos que sopesará Rebelo de Sousa para tomar una decisión sobre el futuro.

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