Tras dos décadas de especulación, científicos descubren un nuevo campo de fumarolas hidrotermales en las Galápagos con la ayuda de cangrejos.
Científicos en una expedición del Instituto Océano Schmidt (SOI, en inglés) descubrieron en el fondo marino de las volcánicas Islas Galápagos (Ecuador) una nueva fuente hidrotermal, más grande que un campo de fútbol profesional, que emite agua a altas temperaturas.
Este sistema de «respiradores», como también se les conoce a estos surtidores de aguas calientes del lecho marino, se ubicó a 2.500 metros de profundidad bajo la superficie del océano Pacífico, según indicaron la Fundación Charles Darwin (FCD) y el SOI en un comunicado.
Con un papel clave para la vida por los componentes químicos que expulsan, el campo abarca 9.178 metros cuadrados al oeste del archipiélago y consta de cinco chimeneas similares a géisers y tres manantiales, donde la temperatura del agua más caliente registrada fue de 288 grados centígrados, producto de su probable proximidad con magma volcánico.
El equipo de Estados Unidos y Ecuador, a bordo del buque de investigación Falkor (too), liderado por Roxanne Beinart y Jill McDermott, de las universidades de Rhode Island y Lehigh, respectivamente, detectó las señales químicas del campo de ventilación mientras exploraban la región con el submarino ROV SuBastian, del SOI, en una inmersión de 43 horas, la más larga en sus siete años de exploración.
Con la expedición buscaban identificar los respiraderos hidrotermales en el lado occidental del centro de expansión de Galápagos y nuevos campos de respiraderos, lo que lograron cuando apareció frente al submarino un cangrejo Galatheid, conocido como langostino de profundidad.
«El número de cangrejos fue en aumento a medida que los científicos avanzaban hacia la fuente hidrotermal, en donde sorprendentemente encontraron gusanos de tubo gigantes (riftia pachyptila) enroscados alrededor del agua caliente», indicaron .
Los observadores ecuatorianos a bordo del buque, Ricardo Visaira Coronel, del Parque Nacional Galápagos (PNG), y Dennisse Maldonado, del Instituto Oceanográfico y Antártico de la Armada (Inocar), nombraron el campo de ventilación como «Sendero del Cangrejo».
Una búsqueda de dos décadas
La expedición de 30 días comenzó el pasado 13 de agosto, en colaboración con la Dirección del PNG, la FCD y el Inocar.
También participaron el Observatorio Terrestre Lamont-Doherty, el Servicio Geológico de Estados Unidos, la Universidad de Harvard y la Universidad de Wisconsin, Madison.
Desde inicios de los años 2000, los científicos presumían que existía este campo de ventilación, «pero esta fuente fue particularmente difícil de localizar porque los fluidos son claros y no emiten grandes nubes en el agua como lo hacen las fumarolas negras», explicó Beinart.
«Se necesitó a nuestro equipo de químicos, geólogos, biólogos y algunos cangrejos para encontrarlo», apuntó.