Por: José Eliécer Palomino Rojas.
Allá quiero estar; aún seguro de mi aptitud y maduro.
En torno, el cielo despejado y abierto, por el amarillo escarlata, se recorre serena mi alma.
Todo brilla, el poniente de un nuevo día agitado, y reposa en el espacio celeste… el tiempo y el atardecer apesadumbrado.
Solo tu mirada misteriosa, tras de cortinas de nubes, con vivos colores, me observa, ¡oh perpetuidad divina!
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