En un agitado sábado otoñal en el Capitolio de Washington, la Cámara de Representantes ha aprobado una propuesta de ley para evitar un cierre del Gobierno que parecía inminente.
Por El País
Casi a la desesperada, el presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, había anunciado una propuesta de prórroga para mantener abierto al Gobierno por 45 días, pero dejando de lado la ayuda a Ucrania, que divide al Partido Republicano. El texto legal ha sido aprobado por la requerida mayoría de dos tercios en la Cámara de Representantes y probablemente será ratificado por el Senado.
La iniciativa pone en riesgo el propio cargo del líder republicano, que ha tenido que apoyarse en los demócratas y romper con el ala dura de su partido, que se ha negado a cualquier tipo de prórroga.
La ley, de hecho, ha tenido un apoyo abrumador de los demócratas (209 votos a favor y uno en contra) y mucho menos entusiasta entre los republicanos (126 a favor y 90 en contra) en una mañana de emoción y dramatismo. McCarthy se ha sacado la propuesta este sábado como un conejo de la chistera. Los demócratas pedían más margen para leer el texto, de más de 70 páginas, porque temían que hubiese gato encerrado.
Para ganar tiempo, el portavoz demócrata ha dado un discurso de casi una hora. Antes, un congresista de su partido, Jamaal Bowman, había activado la alarma de incendios, provocando la evacuación de la Cámara, también para ganar tiempo. Se arriesga a afrontar cargos por obstrucción de un procedimiento oficial, la misma acusación que ha pesado contra quienes asaltaron el Capitolio el 6 de enero de 2021. “Esto es serio”, ha dicho McCarthy en rueda de prensa. “Voy a tener una discusión con el líder demócrata al respecto, pero esto no debe quedar sin castigo. Esto es una vergüenza. ¿Te eligen para ser miembro del Congreso y activas la alarma de incendios un minuto horas antes de que el Gobierno se cierre? ¿Qué pasa por la mente de una persona así?”, ha añadido.
Aunque el Senado tramitaba su propia propuesta de ley de prórroga presupuestaria de 30 días, que incluía 6.000 millones de dólares adicionales para Ucrania, lo más probable es que acabe ratificando la de la Cámara Baja. McCarthy ha sostenido que la aprobación de la ayuda para la guerra contra Rusia debería seguir otra vía y que hay un remanente que no hace apremiante aprobar más fondos. Sí se incluyen nuevas partidas de ayuda contra emergencias, para hacer frente a los desastres de Hawái, California, Florida y otros estados. “Vamos a hacer nuestro trabajo. Vamos a ser adultos en la sala y vamos a mantener el Gobierno abierto”, había dicho McCarthy. “Estamos presentando algo que permitirá seguir pagando a nuestras tropas”
El nuevo paso refleja una ruptura con el ala dura republicana después del fracaso de su propuesta de prórroga del viernes, que incluía recortes del 30% en la mayoría de agencias federales y nuevas medidas de seguridad para la frontera. Los demócratas rechazaron la propuesta (por los recortes) junto a 21 republicanos radicales que no querían conceder una prórroga de ningún tipo. “Lo intenté ayer con el proyecto de ley de financiación provisional más conservador que se podía encontrar, que aseguraba la frontera, que recorta el gasto, y no pude conseguir 218 republicanos (…). Pero lo que pido a republicanos y demócratas por igual es que dejen a un lado su partidismo”, había dicho el líder republicano este sábado antes de la votación.
McCarthy sabe que los radicales republicanos están dispuestos a pedir su cabeza, pero se ha mostrado dispuesto a jugarse el puesto: “Si tengo que arriesgarme a perder mi trabajo para dar la cara por el pueblo estadounidense, lo haré”, había dicho el presidente de la Cámara de Representantes en una breve comparecencia. “Si alguien quiere echarme por poner a los americanos primero, que así sea”, insistió después en los pasillos. Mientras, Matt Gaetz, cabecilla de los rebeldes, dijo sobre la nueva propuesta: “Es una rendición”. Otra de las extremistas destacadas, Marjorie Taylor Greene, fiel escudera de Trump, también ha anunciado su voto en contra.
El presidente de la Cámara Baja siempre se ha mostrado partidario de evitar el cierre parcial de la Administración, pero la alternativa de apoyarse en los congresistas rivales puede desencadenar una moción de censura o destitución planteada por miembros de su propio grupo. En ese caso, su suerte estaría en manos de los demócratas, cuyo primer impulso sería destituirle. Aun si deciden salvarle, quedaría desautorizado ante parte de los suyos, en esta especie de cubo de Rubik en que las piezas no terminan de encajar.
Pese a la prórroga presupuestaria de 45 días, aún queda por delante el trabajo de aprobar definitivamente las partidas de gasto para el nuevo año fiscal. Con una Cámara de Representantes de mayoría republicana y un Senado controlado por los demócratas, solo un acuerdo entre ambos partidos puede permitir aprobar las leyes presupuestarias. La polarización política, sin embargo, mantiene a los dos partidos en posiciones diametralmente opuestas.
Estados Unidos no tiene una ley de presupuestos sino una docena. Cada año, el Congreso debe aprobar, con mayoría tanto de la Cámara de Representantes como del Senado, 12 leyes de asignaciones para los diferentes departamentos del Gobierno. La última vez que lo hizo a tiempo fue en 1997. Este domingo, 1 de octubre, empieza un año fiscal y el Congreso no ha aprobado ni una sola de esas leyes. Si no las aprueba en el próximo mes y medio, la amenaza de cierre de la Administración estará de nuevo sobre la mesa.
Los radicales consideran que su líder parlamentario les traicionó al pactar con Biden suspender el techo de deuda por dos años sin exigir recortes drásticos del gasto. Aquel acuerdo llevaba implícita la aprobación de las leyes presupuestarias para el nuevo año fiscal, pero los republicanos, presionados por los extremistas, se niegan ahora a cumplirlo.
Los demócratas controlaban ambas cámaras en la primera mitad del mandato de Biden, por lo que pudieron aprobar, con algo de retraso, las leyes presupuestarias de 2021 y 2022. En enero de este año, sin embargo, los republicanos tomaron el control de la Cámara de Representantes por un estrecho margen (222 a 213 escaños). Eso, además, situaba en una posición de fuerza a una veintena de radicales trumpistas, que hicieron sudar tinta a McCarthy para ser elegido.
La tortuosa elección de Kevin McCarthy como presidente de la Cámara de Representantes a principios de año auguraba una legislatura disfuncional y problemática, con el Congreso rehén de una minoría radical del Partido Republicano de la que ahora McCarthy intenta sacudirse para evitar el cierre parcial de la Administración.