Los abogados de miembros del ‘casting’ y de los trabajadores, de quienes no se dan nombres, afirman en una carta enviada a la multinacional de entretenimiento que continuarán las investigaciones y hablan de “ajuste de cuentas”.
Por El País
“El ajuste de cuentas ha llegado”. La frase parece salida de una pelea, de una escena de tirón de pelos durante un reality show. Pero no. Forma parte del primer párrafo de una detallada carta de seis folios que un prestigioso bufete de abogados angelino ha dirigido al gigante televisivo NBC, en concreto a tres de sus más conocidas sucursales (las cadenas de televisión Bravo, E! y CNBC) por el que un grupo de estrellas y trabajadores de reality shows demandan a la major. Los motivos se exponen de forma clara en la carta: los demandantes acusan a las cadenas de “intentos de fabricar inestabilidad” en ellos a causa de seguir “patrones y prácticas de maltrato grotesco y depravado”.
Las palabras de los abogados son duras y no dejan lugar a dudas de las quejas de sus clientes, tales que llegan a suponer una demanda contra el gigante televisivo con sede en Nueva York y casi 100 años de historia. Esta, avisan, es solo una primera toma de contacto y la punta del iceberg. Su investigación está empezando y continuará. Por ello, buena parte de los seis folios del escrito, al que han tenido acceso varios medios de EE UU, como Deadline o Rolling Stone, están dedicados a exigirle a NBC que a partir de ahora no puede ni debe deshacerse ni manipular ningún tipo de material, equipos, grabaciones ni documentación, de su propiedad o personal de dichos trabajadores, que tenga que ver con la investigación y que dé pistas de lo ocurrido.
Las acusaciones son realmente graves y el bufete amenaza con sacar más. Aseguran que sus representados “han sido víctimas de la NBC mental, física y financieramente, y han sido amenazados con la ruina si decidían hablar acerca de estos malos tratos”. “Como resultado de todo ello”, aseguran, con un lenguaje entre legal e intimidatorio, “los bajos fondos de los ampliamente consumidos realities del universo televisivo de la NBC han permanecido en la oscuridad durante demasiado tiempo”. Según ellos, “hay razones para creer” que tanto “miembros del casting como del equipo han sido sujetos de malos tratos turbios por parte de NBC y/o sus empleados, contratistas y terceras partes externas”.
Según el escrito presentado por el abogado californiano, que en la demanda está acompañado de otro letrado muy mediático en California, Mark Geragos —que ha representado a Winona Ryder o Michael Jackson, y en estos tiempos a bastantes de estas estrellas de programas de televisión—, aseguran que estos “malos tratos turbios” incluyen entre otros, “intentos deliberados de producir inestabilidad mental suministrando alcohol a miembros del casting y privándolos de comida y sueño”; “negación de tratamientos de salud mental en miembros del casting con alarmantes y obvios signos de deterioro mental”; “explotación de menores sin compensación y en ocasiones con apariciones de largo recorrido en reality shows de NBC”; “distribución y/o aceptación de la distribución de pornografía no consentida”, es decir, el llamado porno de venganza; “encubrimiento de actos de violencia sexual”; y “rechazo a permitir que los miembros del casting tengan la libertad de dejar los programas, incluso en circunstancias extremas”.
El bufete se dirige a Kimberley D. Harris, vicepresidenta ejecutiva de la empresa, y llega de abogados que representan no solo a estrellas, sino también a trabajadores de base, del equipo de producción de dichos realities. De la docena de canales que forman parte de NBC, Bravo —que compró en noviembre de 2002— es la cadena más conocida en ese terreno, con títulos muy vistos y conocidos, tales como Project Runway y Top Chef, y sobre todo la exitosa franquicia sobre mujeres ricas The Real Housewives, en sus versiones de Beverly Hills, Nueva York, Nueva Jersey, Atlanta, Dallas, Salt Lake City, Dubái.
Más allá de los límites morales o éticos que este tipo de realities pueden sobrepasar en ciertos momentos en sus grabaciones y emisiones, los abogados están convencidos de que también hay un exceso en “los límites legales en una sociedad civilizada gobernada por las leyes”. Eso es lo que ahora quieren poner sobre la mesa, entrando en una guerra contra un gigante de los medios que, además de implicar batallas y hechos difíciles de lidiar y de demostrar, se prevé ardua y larga, además de muy mediática. Porque este tipo de programas de telerrealidad son la joya de las audiencias de estas cadenas, más en estos tiempos donde no hay nuevas producciones debido a las huelgas de actores y guionistas. Además, los célebres nombres de los representados no tardarán en salir a la luz, algo que hará que todo se enrede aun más.
De hecho, hace apenas dos semanas una de esas mediáticas estrellas de la telerrealidad, famosos de pleno derecho en EE UU, abría la puerta a algo como lo que ahora está pasando. En una charla con el medio especializado en entretenimiento Variety, Bethenny Frankel, empresaria, influencer (con más de 3,2 millones de seguidores en Instagram) y concursante de este tipo de programas, de 52 años, afirmaba que los concursantes de este tipo de programas también debían tener un sindicato, como los de actores o guionistas, ahora en boca de todos por sus respectivas huelgas. “Solo por el hecho de que, como una plataforma de televisión, puedas explotar a jóvenes talentos desesperados, no significa que debas hacerlo”, afirmaba. “Van a sacarle a las vacas toda la leche que pueda, porque es legal. Hemos firmado contratos. ¿Significa eso que puedan explitarnos”, se quejaba. “Las cadenas y las plataformas han estado explotando a la gente durante demasiado tiempo”.
Frenkel también pedía recibir una parte del dinero, esos ingresos llamados residuales, por la reposición (incesante, por otra parte) de los programas que se convierten en éxitos y que se pasan constantemente en televisiones y plataformas. Ella formó parte del primer Real Housewives of New York, el gran éxito inicial de Bravo, que se estrenó en primavera de 2008, hace más de 15 años, y dio pie a sus decenas de franquicias. Según ha contado, entonces apenas cobró 7.250 dólares (unos 9.300 euros al cambio actual, teniendo en cuenta la inflación) y jamás ha vuelto a ver un centavo por el programa, pese a su inmenso éxito que la ha colocado como un referente de la cultura pop estadounidense.
Lisa Rinna, de 60 años, otro rostro muy popular en EE UU y participante en la misma franquicia, solo que en su versión de Beverly Hills, también ha exigido a través de su perfil de Instagram formar efectivamente un sindicato. Ella daba un paso más y, ante sus cuatro millones de seguidores en Instagram, llamaba al boicot a la Bravocon, la convención que la cadena celebra en noviembre en Las Vegas. Rinna les hacía una pregunta, llamando a la unión, a los miembros del Sindicato de Actores que también participaran en realities de Bravo: “¿Queréis que empiecen a tomaros en serio y a pagaros el dinero que merecéis?”.