Científicos canadienses advirtieron que los movimientos oculares podrían indicar esfuerzos adicionales para oír, incluso años antes de desarrollar sordera.
Por Infobae
La discapacidad auditiva afecta a muchos adultos mayores, pero a menudo se diagnostica décadas después de que la comprensión del habla en situaciones ruidosas se haya vuelto difícil. Por tanto, una evaluación precisa del esfuerzo auditivo puede ayudar a diagnosticar, de forma precoz, el posible desarrollo de una discapacidad y crear entornos más amables de tratamiento o prevención.
La pupilometría es el método más utilizado para evaluar el esfuerzo auditivo, pero tiene limitaciones que dificultan su uso en la práctica, según advierten los expertos. Ahora, un estudio explora una forma novedosa de evaluar el esfuerzo auditivo a través de los movimientos oculares, basándose en el trabajo cognitivo y neurofisiológico.
Con esto en mente, un grupo de científicos de la Universidad de Toronto y del Rotman Research Institute de Canadá, analizaron la hipótesis de que los movimientos oculares disminuyen cuando la escucha del habla se vuelve difícil.
La forma en que alguien mira podría ser el primer signo temprano de sordera, dicen los especialistas. Por lo general, cuando un médico realiza pruebas para detectar problemas de audición, mira los oídos. No obstante, el problema con esta práctica es que las pruebas de oído normalmente sólo detectan la pérdida auditiva una o dos décadas después de que surge, lo cual no es muy útil. Pero, ahora, los investigadores canadienses afirman que su nueva investigación podrían haber encontrado una manera mejor, que ayudaría a descubrir los problemas de audición mucho antes.
Al observar los ojos de las personas mientras escuchan hablar a alguien, el neurocientífico Björn Herrmann, de la Universidad de Toronto, ha identificado un signo revelador de dificultad auditiva. Cuanto más le cuesta a alguien escuchar, más fijamente mirará. Estudios anteriores han encontrado que las personas que están tratando de enfocar aquello que no ven bien no mueven mucho los ojos.
La nueva investigación, publicada en Journal of Neuroscience, sugiere que lo mismo se aplica a las personas que tienen dificultades para oír y, por lo tanto, tienen que esforzarse más.