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Vladímir Putin: de gran esperanza a enemigo de Occidente

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Durante sus 24 años de mandato, Vladímir Putin se ha distanciado cada vez más de Occidente.

Por DW

Cuando Vladímir Putin sea reelegido como presidente ruso, este fin de semana, la pregunta para muchos será: ¿Para qué debe prepararse el mundo? ¿Y cómo se ha convertido el antiguo portador de la esperanza para un acercamiento a Europa en un luchador contra el mundo occidental?

Dos rusos intentan encontrar una respuesta; dos hombres de orígenes y generaciones muy diferentes. Ambos son conocidos por millones de personas en Rusia, su país de origen: uno, de 60 años, por docenas de documentales premiados; el otro, de sólo 24, por docenas de polémicas apariciones en internet: Vitali Manski es el director de documentales más conocido de Rusia; Alexander Stefanov es el historiador más famoso de Rusia en YouTube.

Un vistazo dentro del Kremlin

Para su película «Russia – The Beginning», en el año 2000, Vitali Manski se adentró en el Kremlin. Acompañó a Putin a su residencia privada por la noche y a su piscina por la mañana. Durante el rodaje, el director se acercó más al presidente que casi ningún otro funcionario del Kremlin. Manski vive ahora en Letonia y no tiene ningún interés en volver a reunirse con Putin.

El joven youtuber, en cambio, vive en Rusia y sueña con conocer algún día personalmente al jefe de Estado. Stefanov no conoce a ningún otro gobernante en Rusia aparte de Putin: «¿Cambio de poder? ¿Cómo funciona eso?», bromea. Cuando el joven de 24 años nació, Putin acababa de entrar en el Kremlin.

Stefanov recuerda entender quién es Putin viendo la televisión a los diez años, al verlo como personaje de un divertido programa político: «Había un episodio en el que se mostraba en broma el enroque Putin-Medvédev. Pensé: ¡qué hábilmente lo había organizado todo Putin! ¡Qué tipo más listo!». Esto se refiere al paso temporal de Putin del cargo de presidente al de primer ministro tras dos mandatos. El amigo de la infancia de Putin, Dmitri Medvédev, asumió la presidencia durante ese periodo. Posteriormente, ambos volvieron a intercambiar sus cargos.

Sin embargo, con el paso de los años, la percepción que Stefanov tenía de Putin fue tornándose más negativa: «Cada vez veía menos a la persona en él y más a una figura política sin miedos ni dudas». Para el joven, estas son consecuencias de la propaganda estatal: «Deshumanizan a Putin y lo divinizan para que todos puedan decir: ‘¡Nos lo mandó Dios!'».

Una «atmósfera completamente diferente»

El documentalista Vitali Manski describe la metamorfosis de Putin a partir de una observación personal que comenzó mucho antes.Antes de Putin, Manski visitó el Kremlin, donde los políticos de los años 90 «caminaban con suéteres azul claro y bufandas de lana», lo que probablemente era una señal de las políticas liberales del predecesor de Putin, Boris Yeltsin. «Las elecciones se celebraron el 26 de marzo de 2000, luego vino la toma de posesión, en mayo, y después, en septiembre, ya reinaba un ambiente completamente diferente».

Después de Yeltsin, a quien Manski describe como un «gobernante peculiar», surgió con Putin, en marzo de 2000, un tipo de jefe de Estado completamente nuevo. «Fue la elección del bloque liberal en torno a Yeltsin. La imagen opuesta a la de su predecesor: joven, deportista, liberal. Pero también un estadista que mantenía el país en orden», dice Manski.

El joven historiador Stefanov cree que Putin estaba fascinado por Occidente en sus primeros años y sólo más tarde se desilusionó: «Después de todo, Rusia (a principios de la década de 2000) fue capaz de ganar puntos políticos, la economía se estabilizó y los precios del petróleo subieron. Pero Putin no estaba satisfecho con el sistema de relaciones internacionales tras la Guerra Fría». Criticó, por ejemplo, la autocracia de Estados Unidos.

El cineasta Manski, por su parte, cree que a Putin nunca le gustó Occidente. «Siempre ha tenido una actitud clara hacia Occidente como adversario del desarrollo de Rusia. Esa es su concepción básica».

Bajo Yeltsin, Rusia se unió a muchas instituciones internacionales. La salida de estas fue difícil para Putin, pero la persiguió consecuentemente: «Cada medida que tomó en los años siguientes tenía como objetivo retirar a Rusia de la comunidad internacional», subraya.

Las personas que habían apoyado a Putin, sus asesores políticos y los miembros de la familia Yeltsin, habrían dejado la situación a su suerte demasiado pronto, dice Manski. Putin se independizó demasiado rápido, explica. Y a partir de 2004 ya era incontrolable: «Se distanció del grupo liberal de sus asesores. Y, una vez independizado, empezó a hacer realidad su idea del bien y del mal. Su visión del mundo, su idea de la organización del Estado nunca cambiaron. Tuvo que mentir para encajar en la doctrina liberal».

La metamorfosis de Putin fue lógica, pero no llegó de inmediato: «El invierno tampoco llega de inmediato. Primero viene la lluvia, luego la nieve y las heladas. La pregunta es cuánto durará este invierno», dice Manski.

Para el YouTuber Stefanow la respuesta es clara: no mucho. Cree firmemente que Rusia puede volverse más libre en los próximos seis años, a pesar de Putin. Después de todo, su tierra natal siempre ha sido parte de la civilización europea y seguirá siéndolo.

“¿Qué más puede creer una persona de 24 años?”, dice sonriendo Manski, de 60 años. «Es bueno que haya personas que alegran nuestra gris vida cotidiana con su optimismo». Pero él ya no se hace ilusiones: «Ni la liberalización ni el deshielo son posibles. Cualquier intento de soltar las riendas es destructivo para este sistema».

Pero el joven YouTuber y el cineasta están de acuerdo en una cosa: ambos creen que Vladimir Putin controlará el destino de Rusia hasta su muerte.

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