Tegucigalpa – La posible designación del senador Marco Rubio como Secretario de Estado en una futura administración Trump genera expectativas positivas en Honduras, especialmente entre los legisladores que ven en el político cubano-estadounidense un potencial defensor de la democracia en América Latina.
Antonio Rivera, diputado del Partido Nacional, considera que el nombramiento de Rubio, aún pendiente de confirmación según The New York Times, representaría un giro significativo en la política exterior estadounidense hacia la región. «Latinoamérica tendrá un aliado como Secretario de Estado que va a defender la democracia y que no le gustan las dictaduras», afirmó Rivera durante una entrevista en TSI.
Sin embargo, el proceso no está completado. El senador republicano de 53 años, conocido por sus posturas firmes en política internacional, deberá primero recibir la nominación oficial del presidente electo Trump y posteriormente ser ratificado por el Senado estadounidense.
Entre las prioridades que Rivera anticipa para la gestión de Rubio destacan los conflictos en Ucrania, el Medio Oriente y las tensiones con Irán. No obstante, el diputado hondureño señala que la región latinoamericana también ocupará un lugar importante en la agenda, particularmente en lo referente a los tratados bilaterales.
Un tema de especial interés para Honduras es el tratado de extradición con Estados Unidos. Rivera sugiere que Rubio podría buscar revitalizar este acuerdo, sea con el gobierno actual o con una futura administración. «Si el Gobierno actual sigue en enero, creo que Rubio intentará convencerlo de revivir el tratado», explicó el legislador.
El senador Rubio, quien ingresó al Senado en 2010, se ha caracterizado por mantener posturas firmes en política exterior, especialmente en temas relacionados con China e Irán. Su potencial nombramiento, según fuentes citadas por The New York Times, aunque aún no definitivo, marca una clara señal del rumbo que podría tomar la política exterior estadounidense en los próximos años.
Los próximos meses serán cruciales para definir no solo el futuro del tratado de extradición, sino también el curso de las relaciones bilaterales entre Honduras y Estados Unidos bajo una posible gestión de Rubio al frente del Departamento de Estado.