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Sacerdote Humanitario que lleva ayuda, a comunidades lejanas de su parroquia

Por: José Eliécer Palomino Rojas.
Palomino Rojas

“No podemos asegurar mejor nuestra felicidad que viviendo y muriendo en el servicio de los pobres”. “Dios ama a los pobres y por consiguiente a quienes aman a los pobres”. porque para San Vicente de Paul, la acción inmediata era buscar la salvación de cada pobre, mediante la predicación y vivencia de los sacramentos y los actos de perdón.

Similar al carisma de San Vicente de Paul de llevar a la pobre gente del campo, el alimento de la palabra de Dios, asimismo el sacerdote Diego Luis Torres Banda, desde su capacidad humana y espiritual, se autofomenta a conciencia, para como persona, guía espiritual, evangelizador profético, intelectual y material, logre llevar el don de la reconciliación y de paz, con una fortaleza, de fe, esperanza y un poco de alivio, a las personas de las familias de los Montes de María y a las familias de cada pedacito de la geografía cordobesa.

Para Torres Banda sus 27 años de ser religioso, enriquecido durante su vocación religiosa, con ideas filosóficas, teológicas, sociológicas, antropológicas, y psicológicas, impregnado de espiritualidad vicentina y gandhiana, lo alimentan y le permiten avanzar por los caminos de su vocación, con espíritu inquebrantable de servicio y entrega, para llevar mensaje de luz confianza y esperanza, a los más necesitados que padecen abandono, desempleo, hambre, desnutrición en su diario vivir.

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Y es que para el clérigo Diego Luis, los pobres son como decía el Santo misionero San Vicente de Paúl: “Los pobres son mi peso y mi dolor” a los que el apoyo, la ayuda, la acogida, no deben ser diferentes ante las miradas de los demás; o como a ejemplo de Juan Gabriel Perboyre, en el sacerdote Diego Luis es claro para él, imitar el celo de Perboyre, que pide insistentemente y que lo empuja a estar siempre dispuesto de día o de noche, a correr y servir, por todos aquellos lugares donde su ministerio lo llama, a socorrer las almas de sus fieles necesitados y desamparados.

La actitud ecuménica de apertura en el diálogo, servicio, el amor, la verdad y la búsqueda de la unidad entre los hermanos cristianos, de las distintas creencias y denominaciones, hacen que el presbítero ordenado en la Iglesia Anglicana tradicional en Colombia, llegue con la acción del Espíritu Santo y con el amor de Jesucristo vivo desclavado y de la virgen María, en su camperito trompis rojo, con una pequeña bandera de Colombia a lado izquierdo de su carrito, cargado de verduras de productos del agro: Plátanos maduros y verdes, papas, apios, aguacates, cebollas, lechugas, repollos, zanahorias, cilantros, etcétera, para favorecer un poco las necesidades de sus feligreses rurales.

También con su espíritu humanitario, consolador y misionero, lleva alivio espiritual, esperanzador con las celebraciones de las eucaristías, alimento vivificador de las almas al distribuir la sagrada comunión, y alivio de superación académica intelectual al propiciar los libros con el mensaje” Los libros curan la enfermedad más peligrosa del mundo: “La ignorancia”.

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Luego de terminada la visita misionera en el sector rural, de los Montes de María el clérigo Torres Banda, como a ejemplo de San Francisco de Asís, se retira de los moradores, para encontrarse con la naturaleza, y de ese modo saludarla, alabarla y bendecirla, para llenar, recargar su cuerpo, mente, y espíritu, de la energía pura de la creación y de esa forma llegar fortalecido al sector urbano de su parroquia, para continuar con su labor pastoral.

Se pensaría que, en el hoy, el sacerdote Diego Luis Torres, al expresar y demostrar, con su testimonio de vida de profeta y misionero, su misión salvadora, ya sea desde una ordenación Católica Romana o desde una ordenación Anglicana Católica Cristiana, no es pecado evangelizar, denunciar, profetizar, salvar y defender los derechos de las comunidades campesinas, marginadas, porque para el amor de Cristo no hay distinción de razas, lenguas, estrato social, credos, sino un mismo amor, en un solo corazón, que sería el amor y corazón de Cristo vivo y universal.

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Por último, para el sacerdote Diego Luis siempre dentro de su misión social y salvadora agradece a Dios, a su madre Orfelina Banda Gennes, a la esposa la psicóloga Edulfady Doria Arteaga, a sus dos hijas Diana Melisa Torres ingeniera de petróleo y a su hija Eliana Elisa ingeniera de minas y metalúrgica por apoyar y fortalecer día a día su labor pastoral, evangélica y salvífica, en favor de las comunidades, doloridas, desamparadas y marginadas.

Ante la experiencia de vida sacerdotal del reverendo Diego Luis Torres Banda, se podría concluir que, la virtud de esperanza permanecida intacta en él, permite comprender al ser humano que no está solo ante el sufrimiento, porque a través de la experiencia personal, por la experiencia comunitaria y por la experiencia del amor de Dios, y de su hijo Jesucristo vivo en los corazones, permite al ser humano, ser referencia de Cristo Vivo, ser referencia de Luz, para los que sufren o de los que pasan a nuestro lado, ser Luz en medio del mundo y cambiar actitud de vida, para llevar esperanza a aquellos que no tienen esperanza.

¿Será que, en la era del conocimiento y la información, las familias marginadas, pobres, doloridas y desamparadas, siguen siendo víctimas de aquellas nuevas formas de un poder muchas veces anónimo, ante la mayoría de niños, niñas, hombres, mujeres que viven precariamente el día a día con consecuencias funestas?

Las opiniones expresadas de los “columnistas” en los artículos de opinión, son de responsabilidad exclusiva de sus autores y no necesariamente reflejan la línea editorial de Diario El Mundo.

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