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Delincuencia, inflación y percepción pública

Por: The New York Times

Recuerdan la “carnicería estadounidense”? El discurso de investidura de Donald Trump en 2017 fue peculiar en muchos sentidos, pero una de las rarezas más llamativas fue su obsesión con un problema -la delincuencia urbana- que había disminuido enormemente en la última generación. Por razones que aún no entendemos del todo, la delincuencia violenta en Estados Unidos disminuyó rápidamente desde alrededor de 1990 hasta mediados de la década de 2010.

Es cierto que hubo un repunte de la delincuencia tras la pandemia, que ahora parece estar disminuyendo. Pero eso pertenecía al futuro. Trump hablaba como si la delincuencia fuera galopante.

Pero si Trump tenía falsas creencias sobre las tendencias de la delincuencia, tenía mucha compañía. Gallup encuesta a los estadounidenses sobre la delincuencia cada año, y durante todo el gran descenso de los delitos violentos, la mayoría de los estadounidenses dijo que la delincuencia estaba aumentando.

¿Eran engañosas las estadísticas sobre delincuencia? Las cifras de homicidios son bastante sólidas. Y la gente se comportaba como si la delincuencia estuviera disminuyendo; en particular, se produjo una oleada de aburguesamiento a medida que los estadounidenses acomodados se trasladaban a las nuevas y seguras ciudades centrales. Pero aun así, la gente dijo a los encuestadores que creía que la delincuencia estaba aumentando.

¿Por qué hablo de la percepción pública de la delincuencia?

Bueno, la semana pasada escribí sobre la diferencia entre la percepción pública de una economía terrible y la realidad de una economía que va muy bien según los estándares normales. También señalé que los estadounidenses parecen relativamente optimistas sobre sus propias circunstancias financieras; sólo piensan que a los demás les están pasando cosas malas.

Como era de esperar, recibí muchas críticas. No pasa nada; después de tantos años escribiendo para The New York Times, tengo la piel bastante gruesa, aunque tengo que admitir que me molestan los expertos que intentan cortar el debate afirmando que cualquiera que cuestione creencias muy extendidas es un “elitista” que piensa que los estadounidenses son estúpidos. Que conste que no creo que los estadounidenses sean estúpidos. Creo que tienen trabajos que hacer, hijos que criar y vidas que vivir. No tienen tiempo para estudiar cuestiones políticas, así que la mayoría de ellos se enteran de lo que le pasa al país por lo que ven en la televisión o escuchan a los políticos. Por desgracia, parte de lo que les dicen no es cierto.

Pero en cualquier caso, pensé que podría ser útil establecer paralelismos con el discurso sobre la delincuencia, donde existe una desconexión similar entre lo que la gente dice a los encuestadores que cree que está ocurriendo y lo que dicen los hechos disponibles. De hecho, el parecido entre la forma en que la gente habla de la delincuencia y la forma en que habla de la economía es inquietantemente fuerte.

Muchos de los que hablan de una desconexión en las opiniones sobre la economía citan, entre otras fuentes, datos de la Reserva Federal que comparan las opiniones de los hogares sobre su propia situación financiera con sus opiniones sobre la economía.

La encuesta de la Reserva Federal también pregunta a la gente sobre el estado de su economía local, donde es probable que tengan al menos alguna experiencia personal de lo que está pasando; estas opiniones son mucho más favorables que sus opiniones sobre la economía nacional. Gallup también pregunta a los estadounidenses sobre la delincuencia “en su zona” y, efectivamente, las percepciones de la gente sobre la delincuencia local eran mucho más favorables que lo que decían sobre la nación en su conjunto.

Y aún hay más: las percepciones de la delincuencia, al igual que las percepciones sobre la economía, se han vuelto fuertemente partidistas, y la gente se vuelve más pesimista cuando el partido al que no apoyan ocupa la Casa Blanca. Y hay enormes diferencias partidistas en la valoración de la seguridad de las ciudades.

Resulta que la percepción republicana de Los Ángeles y Nueva York como ciudades inseguras en comparación con las ciudades del sur es totalmente errónea. Ambas tienen tasas de homicidio bajas -la mitad que Miami- y Nueva York es, en general, uno de los lugares más seguros de Estados Unidos.

¿Qué nos dice todo esto, además del hecho de que los estadounidenses están muy confundidos sobre la delincuencia? Demuestra que, en una cuestión pública importante, la gente puede tener creencias sobre lo que les ocurre a otras personas -personas que viven en otros lugares, o en el conjunto de la nación- que no sólo son falsas, sino que además están reñidas con su experiencia personal.

¿Por qué este tipo de desconexión debería limitarse a la delincuencia? De hecho, hay razones de peso para creer que existe una desconexión similar cuando se trata de la economía. Y no deberíamos tener miedo de decirlo por temor a que se nos considere elitistas.

Las opiniones expresadas de los “columnistas” en los artículos de opinión, son de responsabilidad exclusiva de sus autores y no necesariamente reflejan la línea editorial de Diario El Mundo.

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