El príncipe Harry vuelve a ocupar un día más titulares y portadas de los medios de todo el mundo. ¿La razón? Ha estrenado junto a Netflix un nuevo documental, Heart of Invictus (Corazón de Invictus, en español), en el que también lanza algunas críticas a su familia, a pesar de que la trama es hacer un seguimiento a participantes de los Juegos Invictus 2022, un acontecimiento deportivo fundado por el duque de Sussex y que busca ayudar, a través del deporte, a veteranos del servicio militar heridos.
Por El País
El estreno de este 30 de agosto, en cualquier caso, ha tenido una repercusión mucho menor que cuando lanzó los seis capítulos de la docuserie sobre su salida de la familia real británica o su libro autobiográfico. El príncipe en este caso no busca ser el foco de atención —quizás por eso Meghan Markle apenas aparece— pero, como siempre, ha acabado acaparando los titulares.
Son cinco episodios de una hora de duración en los que las cámaras acompañan durante sus entrenamientos a seis participantes de la edición pasada de los Invictus, la misma competición en la que Enrique de Inglaterra hizo oficial su relación con Meghan Markle en 2017. Cada uno de los exmilitares cuenta su historia, anécdotas y vivencias de la guerra. Pero al final, es el príncipe quien se convierte en protagonista involuntario al relatar su propia experiencia en Afganistán y su regreso en 2008: “Mi mayor lucha fue darme cuenta de que nadie de mi alrededor podía ayudarme. No tenía ningún apoyo, ni una red de asesoramiento para identificar lo que me estaba pasando”.
Sus problemas, tal y como reconoce y ya ha relatado en más de una ocasión, comenzaron tras la muerte de Diana de Gales el 31 de agosto de 1997: “Nunca fui consciente del trauma que me supuso perder a mi madre a una edad tan temprana”, dice en el documental. Y añade: “Nunca se discutió y tampoco se habló de ello. Durante todos esos años no tuve ninguna emoción, no podía llorar, no podía sentir… De repente me di de bruces contra el suelo y ahora estoy sintiéndolo todo en lugar de ser joven”.
El príncipe Harry pasó por dos etapas en el Ejército británico y Afganistán: la primera, entre 2007 y 2008, en la que estuvo solo 77 días tras hacerse pública su presencia en un país en guerra; la segunda, en 2012, en la que estuvo 20 semanas junto a la Army Air Corps. “La única razón por la que se me permitió ir a Afganistán fue porque se mantenía en secreto. Estuve 10 semanas y nadie lo supo, solo la prensa británica que dijo: ‘Nos mantendremos en silencio”. Finalmente, fueron medios alemanes y australianos los que anunciaron que el hijo pequeño de Carlos III y Diana de Gales estaba prestando servicio militar en Afganistán. “Tener que volverme a casa me cabreó, pero era importante para la seguridad de todos los que me rodeaban”, afirma en el documental del que es también productor ejecutivo. Y lo afirma de nuevo, porque sobre ese episodio ya habla largo y tendido en su libro autobiográfico, En la sombra, páginas en las que también reconoce que durante su estancia en la guerra mató a 25 talibanes.
Quince años después, relata ahora que lo que más le impactó de su regreso a casa fue compartir vuelo con compañeros heridos: “Cuando despegamos, la cortina frente a mí se abrió de golpe. Y lo único que se podía ver era el hospital aéreo. Había tres soldados británicos, todos envueltos en plástico y con el cuerpo hecho pedazos”. Fue algo que le traumatizó, pero de lo que no se dio cuenta hasta unos años después: “Tenía 28 años, mis emociones estaban esparcidas, pensé: ‘¿Cómo puedo contener esto?’. Pasé de la nada al todo, y necesitaba coger un frasco de cristal y meterme en él”. Tardó en pedir ayuda de un profesional para tratar los problemas de salud mental derivados de sus vivencias en combate. Finalmente lo hizo: “La primera vez que consideras la terapia es cuando estás tirado en el suelo en posición fetal y deseando haber lidiado con estas cosas antes. Eso es algo que quiero cambiar”.
El príncipe Harry estuvo sirviendo durante 10 años en el Ejército británico. Ahora todo es muy diferente en su vida: está casado con Meghan Markle, con quien tiene dos hijos —Archie y Lilibet—, ha dejado de ser miembro activo de la monarquía británica, vive a miles de kilómetros de los Windsor, en Montecito (California), y la relación con su familia es inexistente. “Soy padre de dos niños, tengo un par de perros, soy esposo y patrocinador fundador de la Fundación Invictus Games. Hay muchos sombreros que no uso, pero todo gira en torno a Invictus”, defiende mirando a cámara en su primera aparición en el documental. “Cuando hablo con mi hijo Archie sobre lo que quiere ser de mayor, él unos días me dice que astronauta, otros que piloto… Lo que le recuerdo es que no importa lo que quieras ser, siempre y cuando seas grande. Lo que importa es tu carácter”, se le escucha durante su discurso en la última edición de los Juegos.
Uno de los ejes sobre los que gira el documental es el estrés postraumático de los militares tras volver de la guerra, algo que, para el príncipe Enrique, se ha ocultado tanto dentro del Ejército como en la sociedad. “Cuando me uní al Ejército, salud mental y enfermedad mental eran malas palabras. Si hay un estigma dentro del Ejército, hay un estigma dentro de la sociedad. Si queremos que eso cambie, debemos liderar el camino”, afirma. Los Juegos Invictus se han convertido en su manera de agradecer a estos excombatientes su trabajo y saber que no se les ha olvidado, a pesar de estar ya fuera de servicio. “Para muchas personas la vida se ha convertido en algo oscuro. Das un paso adelante y tres pasos atrás, pero cuanto más persistes, antes sales de la trinchera en la que te has quedado atrapado”.
El estreno de los cinco capítulos llega solo una semana antes de que se celebre la nueva edición de los Juegos Invictus, que en esta ocasión tendrán lugar en Düsseldorf (Alemania), del 9 al 16 de septiembre. Será una cita que tendrá como protagonistas a los duques de Sussex, que reaparecerán públicamente después de que denunciasen, el pasado 16 de mayo, “una persecución automovilística casi catastrófica” de los paparazis por las calles de Nueva York. Antes de esta fecha, el príncipe Enrique volará hasta Londres para acudir a la entrega anual de los premios de la organización WellChild en Londres. Este último estreno medirá el éxito de sus proyectos, que en los últimos meses han hecho aguas tras romper el contrato con Spotify.